Apenas ha comenzado su carrera comercial en España y el currículo de Bruno Mars ya incluye todos esos elementos por los que es evidente que en 2011 vamos a cansarnos de pronunciar su nombre. Ha sido número uno en medio mundo, tiene el favor de la crítica por su trabajo como co-productor y/o co-autor de pepinazos como ‘Fuck You’ de Cee Lo Green, ‘Nothin’ On You’ de B.o.B. o ‘Right Round’ de Flo Rida y le han llovido nominaciones a los Grammy. Y luego están las cosas importantes de verdad: han cantado su ‘Just The Way You Are’ en OT, tiene su cuña machacona en Spotify y, sí, también ha sido detenido por posesión de drogas.
Bruno Mars presenta su primer trabajo, ‘Doo-Wops & Hooligans’, el sueño de aquel niño que anhelaba ser cantante incluso antes de aprender a hablar, como un puñado de canciones de estilo clásico, sencillas y directas, que no tienen mayor pretensión que la de contar una historia (algo que nadie ha hecho antes, claro). A un oyente con un mínimo de exigencia Bruno no le engaña: donde dice “sencilla” en realidad quiere decir “plana”, y donde dice “estilo clásico” quiere decir “saqueo homenaje a las fuentes”. Pero sin pedirle demasiado, esta estudiada mezcla de géneros (del pop al soul, del r&b al reggae…), tan a la moda actual, engancha instantáneamente y se tararea con agrado. Queda por ver si mañana seguiremos recordando la tonada.
No hay nada mínimamente novedoso o sorprendente en las canciones de Bruno Mars. Por ese absurdo afán de sentar a alguien en el vacío trono del Pop, se dice de él que es el nuevo Michael Jackson. Y, efectivamente, no. El timbre de voz nos lo recuerda a veces (‘Our First Time’), unos coros muy de su estilo aquí (‘Grenade’), un muy intencionado juego de espejos en las letras allá (“You can count on me/ like one, two, three/ I’ll be there” en ‘Count on me’), pero no. Eso sí, hay que reconocerle esa facilidad para la composición y la producción de la que presume. Claro que tampoco tiene que ser tan difícil cuando todo es tan obvio y evidente como acompañar con campanadas la petición de matrimonio de ‘Marry You’, con aullidos de lobo el mensaje de amor desde el más allá de ‘The Other Side’ o con tiernos susurros el desvirgamiento de ‘Our First Time’.
Tampoco vamos a encontrar el más mínimo intento de arriesgar o salirse por la tangente en las letras. Con una acusada tendencia al ripio (“She was covered in leather and gold / 21 years old/ I lost her in the cold” en ‘Somewhere in Brooklyn’, el bonus), la inocencia de Bruno Mars resulta preocupante en canciones como ‘Count on Me’ o ‘Talking To The Moon’ (que por otro lado, es un baladón). En ‘Runaway Baby’, con ese “So many eager young bunny’s/ There’s only one carrot”, alcanza unas cotas de bochorno demasiado altas como para que nos tomemos en serio lo demás. Y así podemos empezar a buscar dobles sentidos en algunas canciones para hacerlas, al menos, divertidas: ¿Se va a masturbar en ‘The Lazy Song’? ¿Está engañando a su pareja en ‘Our First Time’ (una canción que, tomada a coña, podría estar en Flight Of The Conchords) y en realidad es un avezado fucker? Esto es así: va a ser un éxito global. La pena es que todo el potencial que se le podía presumir a Bruno Mars se quede en este producto fácil y simplón para consumo rápido que ni convence ni promete nada bueno para futuros trabajos. Next!
Calificación: 4,5/10
Temas destacados: ‘The Other Side’, ‘Grenade’ (pero en remix de Passion Pit)
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